jueves, enero 31, 2008

De celulares y otros teléfonos.

Como a principios de agosto del 2007 nos decidimos a comprar un par de celulares. No es que seamos reacios a la tecnología, para nada, mucho menos Omar, sino que eramos reacios a eso de usar un localizador. Eso de encontrarnos entre nosotros o que nos encontraran otros lo dejábamos al azar para darle emoción a la vida y además casi no teníamos necesidad ni oportunidad de hablarle a nadie de manera urgente. Cuando vivíamos en México el teléfono que teníamos en casa era suficiente pues si no estábamos, estaba el contestador automático para que nos dejaran un recadillo si era urgente. Alguna vez tuve un celular pero era más bien para que los del trabajo me hablaran para despertarme y no se me hiciera tarde, jajaja. Me duró re bien poquito pues me lo robaron, lo bueno es que ni me fijé cuando pasó eso y así me evite un susto. Llegando acá a Toronchis pues ya ni telefono de casa teníamos, total, no conocíamos a casi nadie y pues ¿quien nos iba a hablar?, todos los conocidos tanto de Omar como mios por estas tierras eran y son de la universidad y pues una mejor manera de contactarnos con ellos es por el correo electrónico, que revisamos casi a diario o en persona. Pero cosas como que acá para los servicios médicos necesitas tener afuercitas teléfono pues a veces te llaman para confirmar la cita y cosas asi, nos hicieron dar a torcer el brazo. Era padre decir: nosotros no tenemos teléfonos celulares ni teléfono en casa y ver la cara de asombro de la gente viendonos como un par de extraterrestres. También cosas como mi embarazo nos hicieron pensar que era mejor mantenernos en contacto entre nosotros cuando teníamos qeu estar alejados el uno del otro, por ejemplo, cuando el está en la universidad, en una emergencia éstas cosas son re utiles, siempre y cuando la tengas prendida, ¿verdad?. Por estas razones de mucho peso compramos estas chunches: los celulares. Son de los baratitos. Como era de esperarse, quien recibe más llamadas es Omar pues de pronto los profes para quienes trabaja o algún profe de la escuela lo necesita y ya le echa una llamadita, o alguno de sus cuates. Muy de vez en cuando le llegan a hablar sus papás y habla de a rapidito pues como es llamada desde México, les sale caro. Entre nosotros ya lo estamos usando, más ahora que ando barrigona, digo, para sentirnos tranquilos, muchas veces solo nos decimos cursiladas, pero bueno, para qué si no.
El asunto éste de la comunicación ya llego hasta a "el pimiento". Como se supone que ya oye pues Omar se pone a hablar "directamente" con él: pone su boca en mi panza y ahí habla, pero yo... ¿pos cuando? no puedo hacer eso pues no puedo ni doblarme. Como sentía que no llegaba bien mi voz a éste chamaquito, me hice un teléfono para que nos comunicaramos más de cerca
(más adelante verán la foto). Lo probamos entre Omar y yo y vimos que si funciona bien (de sus experiencias de infancia, Omar sugirió usar hilo dental con cera) tons creemos que con este "telefonito" le llega más mejor mi voz y pues así mantenemos más contacto, jajaja.
Híjole, como ayuda la tecnología, verda de dió.
Nuestros celuloches
El de la izquierda es el mío, el de la derecha, el de Omar.
Este es el teléfono de "el pimiento". Nótense la propaganda y el hilito.
Comunicación "patita de perro" - "pimiento".
Ahí adentro está "el pimiento". La bocina está hasta abajo pues se supone que la cabeza de este niño está ahí abajo.

En Toronchis ¡cómo usan el celular!, en serio, hasta dá miedo ver a la gente, sobre todo cuando usan el "manos libres" (parecen loquitos habla y habla "solos" en la calle o donde sea), hasta parece que traen pegado el teléfono al oido. Como la delincuencia no es tanta, la gente anda tranquilamente hablando con su celular en todas partes y a toda hora. Con algunos planes que hay, los estudiantes se la pasan bomba platicando por este medio. Es impresionante. En México yo veía también mucha gente con su celuloche pero más que hablar, se la pasaban envie y envie mensajitos. No, acá hablan un chingo y solo mensajean mucho cuando están en clases o dentro de bibliotecas, donde no los dejan hablar. Solo en hospitales está prohibido de usar el celular, pues dicen que su frecuencia interfiere con la de varios aparatos que ahí se usan.
He visto unos celulares padrísimos pero les digo, nosotros somos austeros y compramos los planes y aparatos más baras. Conviene tener un plan chido cuando tienes cinco amigos o más, de esos a quienes les hablas un restísimo, pero nosotros no entramos en esa categoría
Hay un plan para dos personas que se hablan muchísimo, pero como nosotros vivímos juntos, hablamos mucho sin necesidad del celular, asi que ese no nos convino tampoco.
Algunas personas (entre ellas, muchos orientales) traen unos modelitos padrísimos, llenos de gracias y con diseños muy sofisticados. Muchos otros usan sus muy canadienses blackberries
pero como hay de todo en este mundo vemos qeu no es poco frecuente ver gente con su celular sencillito y uno que otro con su todo trendy iPhone.
Ahí si alguien quiere nuestros números para hacernos una llamadita, porfa solicitarlos vía un correo electrónico.

Los dejo un video que salió cuando empezó a volverse popular el celular en México, está bien cagado sobre todo cuando hablan con los "tabicotes" esos. ¡Que tiempos aquellos!

martes, enero 22, 2008

Quiubos todos!

Estrenando nuevo año, ¿verdad? picarones. Nosotros también estamos en esas, je. Bueno, pues a darle a eso de vivir, bien o mal, según la preferencia, que los buenos deseos tenemos casi todos pero eso de la disposición o del echarle ganas para que se cumplan ya es otra cosa, ¿verdad? Por lo pronto, nosotros estamos en eso de cumplir un propósito para este 2008: Omar y yo nos vamos a estrenar como papacito y mamacita respectivamente (ah, ¿verdad? algún día me iba a tocar que me dijeran que me estoy poniendo mamacita) dentro de poco.

Este bebo, el famoso "pimiento" de quien ya les he hablado, ya merito está en su punto para salir al mundo y pues a darle, a seguirse cuidando, a alimentarse bien pa que salga gordo y sano. Menciono esto pues quiero poner en claro que no es fácil estar embarazada, digo, es bonito pero viendolo "objetivamente", sintiendo luego las cosas que se sienten pues como que es medio molestoso el proceso de hacer un hijo: todo el cuerpo cambia a cada rato y no se diga de los cambios anímicos que aparecen pues el nivel hormonal es como un carrito de montaña rusa: sube y baja a cada rato, de fregadazo e inesperadamente, ya hasta pienso que no se me hace desconocido el sindrome bipolar. Otro ejemplo: ya acabé con mis nauseas y vómitos (sólo me duraron los tres primero meses) y ahorita ando estrenándome en eso de el dolor de espalda y en eso de las molestias para dormir pues me da insomnio. O luego con mi panza grande como que no hallo como acomodarme en la cama y a veces hasta tengo que dormir medio sentada y con eso de que crece esta criaturita, pues ya anda apretándome de más mi vejiga y en consecuencia las corridas al baño son mas frecuentes y hasta reir o toser pueden hacer de las suyas con un chorrito traicionero que se escapa. Todo eso es normal, en serio, eso dicen mis libros de maternidad y la doctoras que me atienden. Por cierto, leyendo esos libros por primera vez me siento normal, soy igual que tooodas las mujeres, me pasan las mismas cosas, los mismos achaques y penas. Eso me hace muy feliz, digo, no siempre me gusta que me vean "rara".

Les decía, ya mero está este muchacho listo para salir a conocer mundo, nuestro mundo y pues hay que irlo aleccionando sobre lo que se va a encontrar en él. Omar le dice una y otra vez que su teoría de los úteros concéntricos no es cierta y que cuando salga lo va a ver, que no todo lo que le rodea va a ser su madre, que se sienta aliviado por eso; que él -Omar- no es un ser incorpóreo ni es "la voz", que eso solo Frank Sinatra; que es de carne y hueso como el y así.

Este muchacho -el pimiento- se mueve mucho, pero le digo que pronto se le va acabar el espacio pues a su edad -ocho meses casi- empezará a crecer y a llenar el espacio reducido en que está y pues ni modos, ya no va a andar ahí vuelta y vuelta, tons el canijo, todo abusadillo decidió aprovechar el tiempo qeu le queda de libertad de movimiento y se la pasa muévese y muévese, patada y patada (dios, ¿porqué le conté de Jet-Li y sus hazañas?) y pues mi panza ora sí que es su "sparring". Luego ando ahí sentada, toda tranquila en mi rato de meditación (juar, juar, si, como ño) y siento de repente el trancacito, toco mi vientre, lo acaricio y le hablo bonito para qeu se tranquilice y yo siga en mi reposo pero nada, el canijo como que se pone confianzudo y moles, otra patadita por allá y otra por acá y al rato parece mi panza costal de gatos peleandose. Luego si me da cosa verla, si no supiera que lo que hay ahí adentro es un bebo, yo saldría corriendo por los pasillos soltando fuertes alaridos de terror pues se vé como escena de la película "Alien". ¿Se acuerdan de ella? esas escenas donde la teniente Ripley ya tiene dentro de sí un aliencito y nomás se ve como se mueve el coso bajo la piel. Da ñañaras, ¿verdad? pero bueno, confio en que los ultrasonidos son reales y lo que ví en el par que me hicieron es un bebo (se veía como humanito y no como el monstruo ese de la película). Eso me hace recordar que una vez fuí a una exposición, que creo es permanente, en el Antiguo Colegio de Medicina de la UNAM en el mero centro. Ahí hay una sala donde abundaban los fetos humanos y hay de tocho morocho en edades de feto y en como están conservados (técnicas). Hay unos a los que les inyectaron una sustancia y se ve solo su piel y su sistema oseo o su sistema nervioso, bien ilustrativo. Bueno, a los que se les veía su sistema oseo los veía algo raros, luego vi un esqueleto de un feto chiquito y luego uno de uno casi nacido y se seguían viendo raros. Algo, algo tenían extraño, algo que no era humano segun yo, pero revisé y si, todos eran normales y de humanos... y de pronto me dí cuenta: sus esqueletos no se parecían a los que luego vemos en las monografías que uno compra en la papelería o ve en los libros o en los consultorios o en las pelis porque sencillamente NO TENIAN DIENTES. Eso los hacía muy raros, casi animaláseos. Pero ¿porqué no tenían dientes? refunfuñé, acto seguido solteé la carcajada, era obvio, eran bebés. La gran diferencia entre los esqueletos de siempre era eso: los dientes --pero en serio, si se ven diferentes solo por ese detallito. Deberían de enseñarnos más esqueletos de gente, o desdentada totalmente, o medio chimuelos, pa que no nos pase eso.

Termino aquí, ojalá y no deje pasar tanto tiempo entre ésta y la siguiente entrada.
Les deseamos un buen año yo y mis dos latas: el bebo y el Omar.
Hasta pronto.